Meditación en la playa

31 agosto, 2021 Por Marcos Bango

Meditación en la playa

Consagrado al momento presente, siento cómo el mar respira y todo mi cuerpo también. La respiración acompaña a las olas, que vienen y van, recordándome que todo es pasajero. Es momento de soltarlo todo y aceptar cualquier sensación que surja.

Pongo atención al cuerpo y a la respiración. Es muy difícil el desarrollo espiritual si el cuerpo funciona mal, ya que se convierte en un obstáculo debido a sus automatismos  que nos mantienen atrapados en las inercias del pasado.

La concentración en una práctica corporal que nos depure es clave, pues utilizar el cuerpo es una forma de acceso al conocimiento, es el foco de la práctica espiritual. Es importante entonces prestar previamente atención a las zonas con tensiones para poder liberarlas. Una madurez y equilibrio psicológico también son importantes para entrar en estados más elevados y despertar el potencial energético.

La vida espiritual evoluciona con el fluir constante de la energía vital a través del interior, siempre en transformación, ya que nada permanece quieto.

Me deshago de toda idea o creencia. Es el abandono total de la voluntad, para que el espíritu sea invadido hasta lo más profundo del cuerpo por la verdadera y profunda alegría.

La experiencia va más allá de cualquier sufrimiento o placer, solamente hay un estado de pureza total y de paz profunda. Accedo a la verdadera libertad del espíritu y del cuerpo, plenamente unificados. Es la unidad total del pensamiento y la acción.

Nos pasamos mucho tiempo complicando las cosas, cuando se trata de volver a ser simples, de estar en el aquí y ahora. En lugar de quedar atrapados en búsquedas intelectuales, se trata de abrirse a la realidad del presente, a las puertas del infinito.

Esta meditación no es para aislarme del mundo, pues arropado por las olas  me voy integrando más y más en la totalidad. Mi vida egoísta se empobrece y profundizo en la relación y el intercambio con todos los seres. La esencia del Tantra es fundirse en una dimensión que trasciende la separación de uno mismo y cualquier concepto de dualidad.

Meditar también es estar abierto en nuestra vida diaria, a cualquier experiencia con una respuesta emocional equilibrada y ecuánime. Los miedos y bloqueos que nos hacían refugiarnos son disueltos.

Meditar implica abrirse al universo con compasión, y con una mente sencilla y desnuda. Es la alquimia que nos acerca hasta la experiencia de la vacuidad y el espacio total. Es un camino sin fin, la meta es Ser.

Marcos Bango